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Consejos para una vida

1. A veces lo mejor de nosotros está fuera de nosotros mismos, ¿sabes? No lo sabemos hasta que lo descubrimos, y cuando lo hacemos necesitamos a alguien que nos ayude a explotar esa parte de nosotros. Suena extraño, pero lo mejor de la vida puede surgir de una contradicción. Ella era todo lo que yo no era. Tenía todo lo que a mí me faltaba, y a su vez yo tenía todo lo que ella necesitaba.

2. La nuestra no fue una historia triste. En ocasiones cuando un final te crea desasosiego, tristeza, o nostalgia; eso es porque lo que dejas atrás mereció la pena. La vida es eso; la tristeza es consecuencia de la alegría. De una alegría pasajera, o de una que deseamos con todo nuestro corazón y que nunca llegó.

3. Ser guapa es algo muy normal, muchas lo son; todas son guapas. Pero bonita… Hay muy pocas que sean bonitas de verdad. Y ella lo era. Bonita es cuando es todo, ¿sabes? A mí me gustaba por eso. Porque era ella toda ella cuando sonreía, cuando hablaba, cuando se levantaba por las mañanas “hecha un desastre” con esa belleza salvaje que tenía la caótica armonía de su pelo en rompan filas, cuando su mirada se hacía dulce y melancólica, cuando contaba cosas disparatadas que sólo a ella le asustaban; cuando lloraba de puro vivir, cuando el mundo le pesaba demasiado como para seguir despierta. Tan natural, única e irrepetible como la última flor de la primavera. Ella era bonita por todo eso.

4. La esperanza es muy valiosa, ¿sabes? La alegría nos hace disfrutar al máximo lo que estamos viviendo en el momento, pero la esperanza… La esperanza es lo que nos mantiene con vida. Nos levantamos cada mañana con energía porque tenemos esperanza.

5. Con el tiempo te darás cuenta que no somos nada sin ilusión. Podemos pasar un tiempo sin estar contentos, podemos llegar a convivir con la tristeza lo necesario como para valorar de verdad la alegría, pero la ilusión es indispensable. No se puede vivir ni un solo segundo sin ilusión. La ilusión es el agua que da de beber a nuestro corazón y que hace que queramos seguir adelante.

6. En ocasiones es mejor contar primero el final y luego todo lo demás. Pero cuando conoces a alguien especial, cuando descubres a una persona con la que realmente conectas, eso es lo mejor. En cada palabra que dice ves que hay un resquicio de ti, una reminiscencia que indica que te vas a llevar muy bien con el ser humano que tienes delante.

7. ¿Qué es la reminiscencia? La reminiscencia es un trocito, un pedacito muy pequeño de ti que detectas en otra persona. A mí me gustaba decir que a pesar de tener gustos tan distintos, en el fondo, en lo más profundos de nuestra alma éramos muy similares. Éramos némesis con el alma gemela por así decirlo. Némesis es tu contrario. La otra cara de ti mismo, todo lo que no eres. Lo más divertido era eso; como dos personas podían ser tan diferentes y a la vez conectar tan bien y sentirse tan a gusto el uno con el otro. A veces los bordes redondeados encajan con las aristas más afiladas.

8. Las emociones son complejas. Las personas cuando aman temen sufrir, tienen miedo a no ser correspondidas. La sensación de querer y no sentirse querido es una de las peores experiencias por las que puede pasar el ser humano. Y lo peor del miedo es que es tan natural como amar, como llorar, o como comer. Es uno de los impulsos humanos más poderosos y no nos queda otra que convivir con él. Las personas sufren si aman y no son correspondidas. Y no hay mayor signo de libertad que la libertad del corazón, la libertad de amar, de sentir el sentimiento más sublime que puede sentir un ser humano hacia otro.

9. Una de las maravillas de estar con la persona amada es el privilegio de poder dormir y despertar junto a ella. Parece algo muy simple, y hasta pueril. No pongas esa cara. Pueril es algo inocente. Propio de los niños, como tú. Por suerte el amor en ocasiones es muy pueril. Como dijo otro gran poeta: “tomarla de la mano, eso era amor”.

10. Todos los finales a su manera son tristes. Una historia no debe ser juzgada por su final. Cada episodio de nuestra vida que concluye es triste sólo por el hecho de que es un capítulo que acaba, como un libro que se cierra. Si el gusto que nos deja el haberlo vivido es bueno, entonces la historia en sí no es triste. Y ésta no lo es. Los momentos que compartimos con los otros son como las hojas que visten las ramas de un árbol. Algún día llegará el otoño y el árbol perderá las hojas, pero no por eso la existencia del árbol habrá tenido que ser triste.

11. El mayor placer no está en nuestro placer propio, está en el placer que infligimos a los demás. En esas cosas que hacemos por los otros es donde se encuentra la verdadera dicha. Y mi alegría era hacerla dichosa.

12. Cuando existe distancia sólo pueden ocurrir dos cosas: que los sentimientos se hagan más fuertes, o que estos se acaben por evaporar. El riesgo siempre es muy alto. Es el todo o la nada.

13. Los mayores somos complicados, cielo. Nos gusta complicar las cosas sencillas y bonitas de la vida. Si fuéramos como los niños nos iría mejor. El problema es que crecemos. Recuerda que las vivencias que compartes con las personas es lo que vale, recuérdalo siempre. Quédate con lo bueno. No empañes los buenos momentos con la desazón final. No olvides esto.

14. Son esas experiencias, las experiencias positivas las que nos tenemos que quedar. Tan pequeño ahí en el pecho, el corazón tiene una gran capacidad para albergar sentimientos. Cuando amamos las fibras del corazón se abren, sufrimos más, sentimos más. El corazón late más fuerte y más deprisa, y en cada latido parece que al mismo tiempo se nos escapa la vida y que estamos más vivos que nunca. Un gran escritor dijo que “el corazón es un bien que ni se compra ni se vende, pero que se regala”. Los sentimientos son consecuencia y resultado de las experiencias. No vale de nada cargarnos con negatividad y resentimiento, eso no sirve para nada, sólo para enfermarnos por dentro.

15. Cuando amamos es cuando más vulnerables somos. Todo nos afecta el doble, o el triple. Pero eso no debe asustarte. Ella me sabía débil. Y lo era. El amor nos hace débiles. Pero a pesar de eso merece la pena por la dicha de estar enamorado. Esa es la más paradójica y placentera debilidad que nos provoca el ser amado.



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