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Deepfake

A estas alturas ya ni necesita explicación. Todos lo hemos visto. Ha sido el viral más viral de la semana, y quizás sea uno de los más virales del año. Podrá parecer una gracieta, alguien que ha "cogido" la cara de Jim Carrey y se la ha encasquetado a Jack Nicholson con ordenador y ya está. Pero no. Es algo muy serio, tan serio que puede cambiar nuestra forma de entender la información para siempre. Hace año y medio que escuché por primera vez la palabra deepfake en Dias EXtraños, el podcast del periodista Santiago Camacho, y a pesar de que lleva sonando desde entonces, ahora es cuando ha saltado al gran público.


La realidad está cambiando, literalmente lo está haciendo, hasta el punto de que pronto no sabremos donde empieza la mentira y termina la verdad. La técnica del deepfake permite suplantar identidades en un visto y no visto, y el problema ya no es que inserten tu cara en el cuerpo de otro y le pasen el vídeo a tu mujer, haciéndola creer que ibas por la calle de la mano con otra. No. Las consecuencias van mucho más allá de una simple riña conyugal. Se puede tumbar la reputación de cualquiera, colocarle en situaciones delictivas, poner discursos falsos en boca de políticos que jamás pronunciaron tales palabras, hasta ahí llega el deepfake. No solo es la imagen, también es la voz, los gestos, todo.


Por suerte, actualmente no es una técnica al alcance de todos, y hay que tener un ordenador potente y los conocimientos necesarios para que el montaje sea del todo creíble. Pero al igual que ocurrió con los primeros programas de retoque de imagen, solo es cuestión de tiempo que cualquiera tenga en su casa (o en su teléfono móvil) el software adecuado, con una interfaz "rápida e intuitiva" que le permita en pocos minutos crear un fake que arruine el matrimonio de su peor enemigo, o haga dimitir al presidente del Gobierno.

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