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El día después.

Me repito tanto que me aburro a mí mismo. Y es que llevo toda la temporada diciéndolo. Si no inicia la presión Messi, roba el balón Messi, triangula Messi con Messi, Messi abre a la banda, Messi centra, y remata Messi, nadie hace nada. Solo Ter Stegen se libra. El único que hace algo que el argentino no puede hacer: detener los balones que van para dentro. Y este año han sido unos cuantos. Encomendarse a Messi no funciona siempre. No se puede renunciar de esa forma al estilo, y por encima de todo no puedes continuar publicitando megáfono en mano como se cuida la Masía, y lo bien que juega este Barça, que no juega a nada, y que no le gana a nadie en los duelos directos. Las Ligas las gana por inercia y por incomparecencia del Madrid, otro que se tiene que hacer mirar la desidia y el pasotismo...


Miremos al banquillo. Valverde es un entrenador plano, un entrenador que lo hace muy bien si tiene a los mejores en plena forma y un equipo cocinado. Valverde no es un motivador como Mourinho, ni un enfermo de la táctica y el juego como puede ser Guardiola. Valverde es un entrenador sin idea ni alma, el peor tipo de entrenador que puede haber. Incluso desde que lo nombraron me dio la sensación de que estaba ahí porque simplemente no había nadie más. A veces hay que tener mala leche y dar alguna patada. Dar algún grito, sacar carácter. No torneo que se precie que no tenga un partido como este en el que haya que sufrir, apretar los dientes, y jugar con el músculo además de con el talento. No siempre, pero muchas veces los equipos son el reflejo de los entrenadores, y por desgracia este equipo es hijo de Valverde. Un entrenador sin propuesta de juego, resultadista. Tan descentrado ayer como su equipo. Tan despistado que fue el último de Anfield en darse cuenta de que el balón del cuarto gol había entrado. Caso aparte son los jugadores. Tan culpables como la directiva que los ficha. Es una aberración ver a Arturo Vidal en este equipo después de los grandes centrocampistas (jugones) que han ocupado su posición. Futbolistas como Fàbregas, como Thiago, ya ni se diga de Xavi e Iniesta. Es un chiste malo el fichaje de Boateng. De esos jugadores que se fichan en invierno por hacer bulto. Cuesta creer que en la querida e idolatrada Masía no haya un delantero que sienta los colores y tenga al menos la misma calidad que Boateng y bastante más frescura que un treintañero como él. Pero tal vez lo más sangrante sea el dineral que costaron Coutinho y Dembélé, sobrados de calidad, pero excesivamente caros. Por el precio de ambos podría haber llegado Lewandosky para relevar a un cansado Luis Suárez, o Isco para darle una bofetada al Madrid donde más le duele, o hasta el deseadísimo Paul Pogba.


Piqué es otro señalado. Siempre he entendido su lógico antimadrismo, las "manitas", los vaciles, y el tiro al "blanco" siempre que puede. Pero si vas de guay ten por seguro que el día que te pises los cordones de los zapatos toda la clase se va a reír de ti. En un jugador de su talla, con su experiencia, y su barcelonismo, se echó en falta alguna arenga, un grito, cualquier cosa que levantara la moral de su equipo cuando estaban en la lona. Siempre he sospechado de su victimismo, de su complejo de inferioridad ante el Madrid. Un trauma que no comprendo en los tiempos que corren, cuando el Barcelona ha superado tantas veces al Madrid en los duelos directos, cuando han ganado Copas de Europa, y hasta tripletes y sextetes.


Por otra parte, sería imposible acabar esta crónica sin mencionar al héroe de la noche. Un entrenador abierto, honesto, dinámico, y rockero como el equipo que entrena. Sin remilgos, sin adornos, siempre enfocado en la premisa de que el camino más directo entre dos puntos es la línea recta. Y no es la primera vez que Jürgen Klopp hace gala de sus habilidades, ya lo vimos eliminando al Madrid hace unos años y llevando al Borussia Dortumd a la final tal y como ha hecho ahora con el Liverpool. Personalmente creo que parte de su éxito radica en algo cultural. Cierto o no los latinos tendemos a ser algo dramáticos cuando las cosas van mal, y a mostrarnos demasiado eufóricos cuando salen bien. En la filosofía germánica de Klopp no cabe esa dualidad. Solo tiene cabida el trabajo, la confianza en uno mismo, el pragmatismo de tomar la decisión adecuada en cada momento, tener la cabeza fría para ello, sin pensar que al final todo pueda salir mal. Ese dramatismo es nuestro. Esa tragedia fue anoche el Barça, que no tenía plan B y muchos dudan de que incluso tuvieran plan A.


Sea como fuere, tras la debacle de anoche no sé que estarán preparando para la celebración de la Liga y posiblemente de la Copa, aunque quizá incluir la Copa sea decir mucho... Pero si la hay será para verla. La Rúa más triste de la historia del Fútbol Club Barcelona.



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