Marcianitos

Sorprende, y mucho, que traten un tema como éste en un programa generalista de actualidad, y encima en la televisión pública. Se ríen, porque claro, de eso se trata, ¿no? Marcianitos verdes, con antenas en las orejas y platillos volantes llenos de luces de colores como las atracciones de la feria. Claro que sí. Como especie estamos muy lejos de comprender lo que significa la vida extraterrestre. Pero claro, dentro de nuestro antropocentrismo no concebimos otra cosa que el marcianito de cabeza ovalada y la pistola láser en la mano viniendo a conquistar la Tierra. Comportándose, pensando y hasta caminando como lo haríamos nosotros, claro que sí. Por eso hablar de extraterrestres, o imaginar siquiera su existencia, despierta la risa en tanta gente.

Pero bueno, bastante tenemos ya con la política y los políticos, con la economía, el paro, o a una escala un poco mayor, la guerra; ¿verdad? Hablarnos de vida extraterrestre es como hablarle de poesía a un cavernícola que acaba de descubrir el fuego.

Triste que seamos tan burdos y primitivos como especie, como un animal más que habita nuestro planeta, porque eso es lo que somos. Cada vez estamos más cerca de poder visitar el espacio y viajar a lugares de nuestro sistema solar (las cuatro calles de nuestro vecindario) que hace décadas eran una utopía imaginar. Pero la evolución psicóloga y mental que necesitamos para vislumbrar otras formas inteligencias, tal vez en forma de gas, de éter, tal vez entidades microscópicas, tal vez macroscópicas... De eso estamos muy lejos todavía. Mientras tanto, a reírnos de los marcianitos verdes.