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Oscuro

El sol nunca llegaba a aquel lado del jardín, y si lo hacía, lo hacía muy temprano, cuando no había nadie despierto que pudiese comprobarlo. La costumbre de aquel barrio no era la de meterse en los asuntos de los vecinos. A nadie se le ocurría mirar por encima de la valla que delimitaba su jardín y el jardín de la casa de al lado. Por eso, cuando la policía llegó aquella mañana, todos se sorprendieron cuando se llevaron detenida a la joven pareja. Esa pareja modélica que saludaba siempre con una sonrisa cordial, que nunca discutía, esa que pasaba periodos de nueve meses fuera de la ciudad, y que después volvía con el mismo semblante amable de siempre. Esa pareja perfecta que ya había enterrado los cuerpos de tres bebés, en aquel lado del jardín al que nunca llegaban los rayos del sol.



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